Desde mi oficina a veces miro por la ventana que apunta hacia el cielo, veo nubes o a veces el cielo azul. Desde ahí he filmado cuando ha caído nieve en mi ciudad, que es todo un acontecimiento; o cuando llueve a cántaros, como hace pocos días en que cayó la primera lluvia del año y fue con escándalo de rayos y truenos.
En ocasiones alguna paloma se para en la ventana y se queda mirando para todos lados. Yo la miro y trato de hacer el menor ruido posible. ¡Me parece un bello espectáculo!
Y pienso en la libertad de esa paloma, que va y viene, que vuela a donde quiere y se posa también donde se le ocurre.
La ventana que se encuentra a mi espalda me sirve para explorar el mundo real, en donde puedo sentir el viento, la lluvia, el sol. Esa ventana es sólo un poco más grande que la pantalla de mi computador, que es la otra ventana que tengo frente a mis ojos cada día.
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