DICEN DE LAS MUJERES
Dicen que a cierta edad las mujeres nos
hacemos invisibles, que nuestro protagonismo en la escena de la vida declina y
que nos volvemos inexistentes para un mundo en el que solo cabe el ímpetu de
los años jóvenes.
Yo no se si me habré vuelto invisible para
el mundo, es muy probable, pero nunca fui tan consciente de mi existencia como
ahora, nunca me sentí tan protagonista de mi vida, y nunca disfruté tanto de
cada momento de mi existencia.
Descubrí que no soy una princesa de cuento de
hadas, descubrí al ser humano que sencillamente soy, con sus miserias y sus
grandezas.
Descubrí que puedo permitirme el lujo de no
ser perfecta, de estar llena de defectos, de tener debilidades, de equivocarme,
de hacer cosas indebidas, de no responder a las expectativas de los demás. Y a pesar de ello ¡quererme mucho!.
Cuando me miro al espejo ya no busco a la
que fui, sonrío a la que soy.
Me alegro del camino andado, asumo mis
contradicciones.
Siento que debo saludar a la joven que fui
con cariño, pero dejarla a un lado porque ahora me estorba.
Su mundo de ilusiones y fantasía ya no me
interesa.
¡Qué bueno vivir sin poner el listón tan
alto!
¡Qué bien no sentir ese desasosiego
permanente que produce correr tras los sueños!.
La vida es tan corta y el oficio de vivirla
es tan difícil, que cuando uno comienza a aprenderlo, ya hay que morirse.
El ser humano tarda mucho en madurar,
¿verdad?
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