Leí
esa frase en una de las muchas páginas de motivación, autoayuda y esas cosas y
no pude evitar darle una vuelta en mi cabeza.
En
la actualidad nos bombardean cada vez más con que hay que amar en libertad, sin
hacerse dependiente de la otra persona. Y la verdad esta forma actual de amar,
no me termina de convencer.
Tal
vez soy muy antigua para pensar, pero recuerdo cuando amé sintiéndome totalmente
dependiente de mi pareja, queriendo sentirlo cercano y como si fuese de mi
propiedad y yo de él.
Después
que han pasado años de separación y puedo verlo de esa forma desapegada, en que
no importa si está presente o ausente, si tiene otras parejas o no, resulta que
no puedo evitar comparar la forma en que “amo” a mi actual pareja y sucede que
noto ese desapego. O sea, aprendí a amar en libertad, pero no siento ni de
cerca la felicidad que sentía cuando amaba a la antigua.