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viernes, 6 de junio de 2014

Recuerdos que duelen.




Hace unos días tuve un encuentro un poco extraño.  Sin pensarlo fui a dar con un Sacerdote y tuve la posibilidad de contarle una parte de mi vida.  Hacía tiempo que no hablaba cara a cara con un cura.  Era un viejito bonachón.  De trato amable, "muy cercano" fue como me lo describieron.  Y en verdad era así. 
La conversación giró en torno a la época de mi vida en que era "señora".  Se trató de mi matrimonio y la posibilidad de anular el matrimonio eclesiástico, ya que el legal lo anulé hace más de 12 años.
Obviamente las lágrimas fueron las convidadas de piedra.  Fue inevitable no llorar recordando una época en la que pensaba que tenía el mundo en mis manos, hasta que poco a poco, a medida que pasaban los años, el mundo se me fue haciendo pesado y ya no fui capaz de sostenerlo, hasta que finalmente cayó pesadamente.
Y a pesar de los años que han pasado y de todo lo posteriormente vivido, aún duele.  Las heridas no han sanado. Quedaron cicatrices profundas que se intenta disimular.. pero ahí están... y al pasarlas a llevar, duelen.   

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