A veces
quisiera salir de la vorágine que me arrastra cada día,
y sentarme a
la orilla del camino para ver pasar la vida…
Sentir el
viento jugar con mi pelo y detenerme a ver el vuelo de alguna mariposa…
Sentir la
mano protectora de la mujer que me enseñó
con amor de madre sin haberme parido.
Dejar salir
las lágrimas que alivianan el alma y reír sin razón, como cuando era niña.
Sólo a veces,
quisiera detenerme algunos segundos… y… vivir.
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