Me quedé mirando un arreglo con rosas rojas
y algunas matizadas
de un suave amarillo
con bordes rojos.
¡Son lindas las flores! pensé.
Y no pude evitar retroceder en el tiempo
hasta aquella época en que me sorprendían
con un canastillo envuelto en celofán
y una tarjeta con una dedicatoria
que terminaba en un
“Te Amo”.
Hoy sólo admiro los arreglos
que están en la
vitrina.